Vega del Codorno; Cuenca
Un largo viaje.
Hacerle una visita a esta cueva es una tarea que teníamos pendiente desde hacía mucho tiempo, pero siempre ha habido dos condiciones que han hecho que lo fuéramos posponiendo.
La primera es que si pones en Google Maps que quieres ir de Valencia a Vega del Codorno te indica que el viaje es de 2 horas 45 minutos, eso ya está en el límite de me tengo que quedar a dormir.
Y la segunda es que quedarse a dormir en la Sierra de Cuenca para ver una cueva a la que entran 400.000 turistas nos paraba un poco...
Pero finalmente nos hicimos a la idea, iríamos y volveríamos en el día.
Un asalto al viejo estilo alpino; largo, cansado y en primavera.
En primer lugar quisiéramos apuntar que el viaje no se nos hizo largo, recorrer esos paisajes que no solemos frecuentar nos fue haciendo el recorrido bastante ameno.
Y, por otro lado, sí, a la cueva entran 400.000 turistas rurales, pero solo los primeros 40 metros, hasta que aparece el agua y se tienen que mojar los pies, de cuando te tienes que mojar hasta el pecho ya ni hablamos. Y después de estos primeros metros la cueva presenta un carácter prudentemente más salvaje, casi virginal y marcadamente freático. No decepciona.
De casa salíamos a las 7:30 de la mañana y volvíamos a entrar por la puerta a las 4 de la tarde. Factible.
Nos has gustado mucho, Vega del Codorno.
La entrada de la Cueva del Nacimiento se presenta como una gran boca de la que parte una pequeña galería que nos conduce al río subterráneo. Los primeros metros de esta galería están iluminados porque la Cueva del Nacimiento es una atracción turística de la zona. Donde acaba la iluminación comienza el agua y los turistas ya no entran. En la siguiente foto mostramos el carácter de la galería en ese preciso punto.
La cueva consta de una única galería freática marcada en su totalidad por sus infinitos golpes de gubia.
La siguiente foto está disparada con un contraluz formado por 4 flashes en piña y un flash de zoom fijo a 35mm con difusor iluminando el encuadre frontal.
En ocasiones se suceden badinas y marmitas, unas veces evitables y otras no.
A medida que vamos avanzando en el recorrido la cavidad va presentando diferentes atractivos. Vemos en la siguiente foto como la acción del agua ha ido formando una escalera de gours que rellenan por completo la galería.
La siguiente foto está disparada con el esquema de los 4 flashes en piña como contraluz y un flash frontal iluminando el encuadre en luz de mariposa.
Una foto sin planear.
La siguiente foto fue disparada de manera espontánea utilizando la preparación de la anterior, es un robado, no es un posado. Nos pareció que quedó bastante bien y por ese motivo la subimos.
Nosotros no llegamos al final de la cavidad.
Para hacer este tipo de fotos es una cueva incómoda, hay agua en todo momento, poco espacio para ir dejando los trastos y obliga a ir moviéndose constantemente de un sitio a otro llevando esto y dejando aquello siempre con extrema cautela, una logística complicada. Los pies siempre en el agua, el agua fría...es un cúmulo de factores.
La siguiente foto muestra el punto de la cavidad en el que abandonamos nuestra incursión. La galería continuaba hacia el interior mostrando el mismo carácter.
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