Cova d'en Quiles

Benassal; Castellón


Historia de una foto. El Punky

El Punky es un compañero de trabajo al borde de la jubilación que nació y vivió mucho tiempo en el Mas del Corbó de Baix, una masía muy próxima al abrigo del que hoy hablamos.

Un día, hablando de las cuevas que él conocía de Benassal, me habló de esta cavidad. En principio un abrigo al que nadie daría demasiada importancia, hasta que, de forma espontánea, me contó que él recordaba que en alguno de aquellos "inviernos de antes" en esta cavidad se formaban unas columnas de hielo que iban de techo a suelo y que tenían un grosor considerable.

Aquel comentario, como era de esperar, no me dejó indiferente.
Yo le preguntaba y le preguntaba y él me insistía que aquello seguro que ya no ocurre, que ahora ya no hiela como antes.

Pero me guardé aquella información pensando que no hay invierno en que no haya un par de semanas en las que hace realmente frío, y que si quizá estaba atento y coincidía que podíamos subir era posible que pudiera ver aquello de lo que el Punky me hablaba.

A propósito, me parece importante remarcar que la cueva la conocía por ese nombre, Cova d'en Quiles. Lo dijo antes de leer el nombre.

Las vacaciones de Navidad. El final de diciembre es demasiado temprano todavía como para esperar fuertes heladas y frío intenso, pero sí ha sido un buen momento para pasar un par de días en el Alto Maestrazgo y desconectar del ritmo ajetreado de estas fiestas y, ya de paso, acercarnos a ver el famoso covacho del Punky.

Es un rincón con bastante encanto, la verdad, próximo a la confluencia de dos barrancos, remoto y solitario. Con una pequeña fuente en su interior y dos abrevaderos, uno dentro de la cavidad y otro fuera. Es cierto que el abrigo tiene goteo y no es de extrañar que cuando casque bien de frío se forme ahí algo de hielo.

Pero habrá que saber esperar el momento.


 

Haría unos dos grados bajo cero cuando llegamos y la superficie del agua del abrevadero exterior todavía estaba congelada.

    Canon EOS 6D MarkII           f/11        ISO 200
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s



Una vista algo más general del lugar.

    Canon EOS 6D MarkII           f/11        ISO 200
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s



El abrevadero de la fuente.
Mostramos en la siguiente foto el aspecto del abrevadero que hay al borde del pequeño manantial en el interior de la cavidad.

    Canon EOS 6D MarkII           f/11        ISO 800
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s


Unas fotos en el Túnel del Sumidor

Vallada; Valencia


Caballo ganador.

Nada nuevo vamos a decir aquí acerca del Túnel del Sumidor, una de las cavidades más repetidas, frecuentadas, singulares y remarcables de la provincia.

El Túnel del Sumidor tiene tantos puntos de interés y tan variados que cualquiera que entre a hacerle fotos, y tantas veces como entre, si le pone un poco de imaginación saldrá siempre con algo nuevo; es una cavidad magnífica.

Hay dos motivos por los que nosotros no habíamos venido antes con el propósito de la fotografía;

La primera es por lo sobreexpuesta que está esta cavidad; hay cientos de fotos de esta cueva por ahí, es conocidísima, y no queríamos caer en el saco del "otra vez otros que van al Sumidor...". Pero, sin embargo, era algo que hacía tiempo que creíamos que debíamos hacer y, como decíamos antes, cualquiera que vaya va a sacar algo nuevo.

Y la segunda es porque para hacerle fotos es una cueva incómoda y, de alguna manera, técnicamente comprometida; hay agua en todo momento, hay que vadear badinas y hay que pasar un sifón... Y todo esto requiere una cuidada logística y una inevitable exposición al riesgo para nuestros aparatos electrónicos.

Y, por último, una reflexión. Si buscamos fotos o información acerca de esta cavidad por internet vamos a encontrar de todo, pero a mi, lo que más me ha llamado la atención es la cantidad, de "reportajes", videos, fotos, crónicas, etc. de gente que entra al Túnel del Sumidor sin casco, en bañador, con linternas de mano, llevando a las amiguitas "pa que flipen", en chanclas, y demás irresponsabilidades e insensateces... Y ahí lo vamos a dejar...


 

Los gours de río abajo.
Aunque es uno de los spots más socarrados de la cueva es inevitable no pasarlos por alto.

    Canon EOS 6D MarkII           f/7.1        ISO 100
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s
 


Los gours de río abajo.
El siguiente, que es algo más amplio, y deja un paisaje espectacular.

    Canon EOS 6D MarkII           f/7.1        ISO 800
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s



Los cuchillos de yeso.
Uno de los puntos que me llamaron la atención desde siempre es ese que hay poco después del sifón, un paso en que el río corre a través de unas acanaladuras excavadas en yeso dejando unos filos muy característicos.
Uno de los propósitos de esta salida era tratar de captar el carácter de ese punto.
Y, aunque la foto no está mal, creo que no logramos capturar toda la esencia del lugar.

    Canon EOS 6D MarkII           f/7.1        ISO 100
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s



La poza excavada.
Este era otro de los objetivos de la salida, hacer una foto que le hiciera justicia a esa marmita tan perfectamente excavada que hay poco antes del primer rápel 22 metros.
Y aquí nos llevamos la sorpresa, fruto de un desprendimiento la mayor parte de la poza se encuentra ahora ocupada por un pedrolo de considerables dimensiones.
Ya dejando de lado el agravio estético que esto supone, más desasosegante me resulta el constatar que esta cueva se desmorona por instantes sin que la mayor parte de quienes la visitan sea consciente.

    Canon EOS 6D MarkII           f/7.1        ISO 400
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s


Una pintura en el rodeno

Comunidad Valenciana 


"Arenización diferencial del gres controlada por estructuras diagenéticas".

Así es como explica Poli Garay esta sorprendente morfología en techos de abrigos en rodeno.

Hace unos meses, vi una publicación de un compañero en la que aparecían unas fotos de este abrigo y tengo que decir que me sorprendieron mucho esas formas que se habían desarrollado en los techos. Pensé que sería un lugar magnífico para sacar su mejor cara en una foto.

Desafortunadamente pero a la vez también de forma entendible no me pudieron dar la ubicación de este covacho porque existe en una de sus paredes una pintura relativamente antigua.

Sin embargo, mi empeño y cabezonería hicieron que pusiera a trabajar toda mi capacidad de observación y así fuera hilando datos e imágenes hasta tener una idea relativamente clara de dónde podría estar el abrigo. 

Un sábado del final del verano salí a buscarla allí donde pensaba que podría estar, me costó, pero la encontré. Escribí a mis compañeros para contarles que la había encontrado por obsesionado pero también prometí que jamás desvelaría ni una pista de donde podría estar, sin embargo las fotos las tenía que hacer.

Esos techos están ahí, tal y como se ven en las imágenes, pero hay que reconocer que las fotos impresionan más que la realidad. El covacho no deja de ser otro como el que habréis visto cientos. Eso sí, en un lugar bastante inaccesible y recóndito.

¿Qué tendrá? Unos 7x4 metros con el suelo inclinado hacia el exterior alcanzando el 1,70 metros de altura en su parte más alta...algo así? Quizá debería haberme llevado el metro.

El primer apunte que quisiera hacer es que el suelo de la cavidad es de tierra, de arenisca, algo así como una arena de playa pero de rodeno, hasta la más mínima huella del más liviano de los roedores queda marcada en ese suelo.
La primera vez que fui no había ninguna huella de ser humano en todo el covacho, ahí hacía años que no iba nadie.

Y el segundo hecho remarcable es que vamos a observar en muchos puntos de la cavidad, sobre todo en las oquedades que deja la erosión de los techos, el símbolo "IHS", emblema de los jesuitas, pintado en rojo. Incluso el símbolo "MA", con la A superpuesta, que representa a la Virgen María...
A mi modo de ver, sin duda se trata de "graffitis" hechos por estudiantes de excursión guiados por un fraile moderno de una época remota.


 

Una vista panorámica desde la boca del abrigo.
Esa era la intención de esta foto, que se viera la mayor parte posible del conjunto de ese magnífico techo.

    Canon EOS 6D MarkII           f/14        ISO 200
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s



Las fotos en solitario.
Por circunstancias he tenido que hacer estas salidas en solitario, y las fotos claro, también. Es tedioso, la verdad, hay que elegir el encuadre, probar la iluminación y luego posar. En especial en cavidades como esta donde para pillar los buenos encuadres hay que hacer contorsionismo.
En esta siguiente foto mostramos uno de los rincones donde la morfología de esos techos se manifiesta con mayor rotundidad.

    Canon EOS 6D MarkII           f/14        ISO 200
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s



La pintura en el rodeno.
De entre las diversas pinturas que encontramos en la cavidad hay una que destaca sobre las demás, quizá porque su estado sugiere que es más antigua que las otras o quizá porque podríamos pensar que es una fecha, y si lo es, es una fecha muy lejana.
Yo imagino que esta es la pintura que hace que mis compañeros quieran proteger este abrigo, pero lo cierto es que no estoy seguro.

    Canon EOS 6D MarkII           f/14        ISO 200
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s



Un último encuadre en un último rincón.

    Canon EOS 6D MarkII           f/14        ISO 200
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s

 

Cueva Honda

Hoz de Marrón; Ampuero. Cantabria 


Tres ríos.

En el borde de un prado y al fondo de una dolina que le pone fin a un pequeño valle ciego se abre la boca de la Cueva Honda.

Es un sumidero.

Las grandes dimensiones de su boca y de su galería inicial se van reduciendo poco a poco hasta que vemos el río desaparecer en una fractura impenetrable, pero una gateada que se hace larga nos lleva hasta el cauce del segundo río.

Una interminable galería freática y activa nos mostrará lo más bonito de esta cavidad.

Sabemos que hay una red fósil a un nivel superior pero nosotros nos conformamos, y más que eso, con lo que vimos.

Una cueva que nos pareció espectacular.


 

La gran boca de entrada que desde lejos no se ve, oculta por enormes robles y avellanos.

    Canon EOS 6D MarkII           f/7.1        ISO 400
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/80s



Como comentábamos anteriormente la gran galería de entrada va reduciendo sus dimensiones hasta convertirse en un conducto con la típica morfología erosionada por la corriente.

    Canon EOS 6D MarkII           f/7.1        ISO 800
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s



La galería activa.
Tras la incomoda gateada llegamos a la galería activa, que es larguísima.
Golpes de gubia y agua cristalina nos acompañarán durante muchos metros.

    Canon EOS 6D MarkII           f/7.1        ISO 100
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s



En ocasiones la galería hace quiebros y otros cambios de sentido, haciendo más interesante aún un paisaje que nunca nos resultó monótono.

    Canon EOS 6D MarkII           f/7.1        ISO 400
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s



Ya muy cerca de donde termina la espectacular galería la cueva nos da acceso al piso superior de carácter fósil.
Y encontramos estas magníficas formas de erosión.

    Canon EOS 6D MarkII           f/7.1        ISO 400
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s


 

Cueva del Churro / Cueva Elegante

Secadura. Cantabria 


El punto de inflexión.

Aquel día teníamos previsto otra cosa. 
Inicialmente fuimos a la frontera de Cantabria con Euskadi, yo estaba empeñado en ver una mina que pertenece al antiguo coto minero Josefa todavía en el término de Castro Urdiales. La Mina San Plácido, es relativamente conocida porque en una de sus galerías se forma una cascada que viene de un piso superior.

Nos resultó imposible acceder al interior de la mina por la tremenda cantidad de vegetación que invade el paso de acceso, se dice que quizá, en otra época del año, cuando el frío haya hecho que la vegetación pierda su vigor, el acceso es posible.

De cualquier manera estoy convencido de que no habríamos encontrado la cascada en activo, había sido y estaba siendo un verano muy seco.

De esta forma nos vimos obligados a cambiar de planes y decidir una alternativa.
 
Para no tener que regresar al alojamiento en el que nos hospedábamos, que es donde teníamos todos los apuntes relativos a las aproximaciones, ubicaciones y accesos a las cavidades que habíamos planeado visitar, pensé en aquella cueva que sí sabía donde estaba y no necesitaba consultar en ningún sitio su localización.
La Cueva del Churro o Cueva Elegante.

Sin embargo era una alternativa arriesgada, era una cueva bastante desconocida, no había visto ni una foto de su interior, parecía no interesarle a nadie y lo único que me había llamado la atención de ella es que de su boca de entrada surgía un arroyo.

Así como en otras ocasiones acertamos al arriesgar considero que en esta ocasión no lo hicimos. La Cueva del Churro o Cueva Elegante no habría estado en la lista de cavidades a visitar en el viaje si hubiéramos sabido cómo era realmente.

No es una cavidad carente de interés pero tampoco es ninguna maravilla, además, no la pudimos ver entera por no llevar el equipamiento adecuado, neopreno completo. Y por último, no es una cueva agradecida por la cantidad de barro que presenta además de por unas dimensiones que no siempre son cómodas.

Esto ocurrió todo el cuarto día del viaje, aún nos quedaban dos días más, dos cuevas más. La visita a aquella cueva que no había merecido del todo la pena hizo que cambiáramos el punto de vista.

Ya estaba bien de apuestas arriesgadas a cavidades desconocidas. 

Estábamos en Cantabria, no hacía falta que fuéramos a las sobrepateadas y sobreexpuestas cavidades a las que va todo el mundo, había cavidades de renombrada entidad y belleza en la que podríamos disfrutar y, aunque no fuéramos a hacer ningún descubrimiento, se salían en cierto modo del circuito de las visitadas masivamente. 

Tengo que decir que estamos muy contentos con este cambio de perspectiva, acertamos con ello. Quizá estamos incluso agradecidos de haber visitado la Cueva del Churro porque, de cualquier otro modo, no habríamos ido a ver los dos cuevones que vimos en los dos días siguientes.

Vamos a subir a continuación un par de fotos, que son todas las que hicimos, de la Cueva del Churro o Cueva Elegante, nos alegramos también de que haya alguna foto del interior de esta cavidad.

Y, tal vez, viendo las fotos podamos pensar que hemos demonizado las virtudes de esta cueva más allá de lo que se merece.


    Canon EOS 6D MarkII           f/7.1        ISO 400
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s
   


    Canon EOS 6D MarkII           f/7.1        ISO 200
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s





Cueva Roja

Monte El Naso; Matienzo. Cantabria 


La magia del suelo.

Siendo una de las cavidades más desconocidas y de menor entidad de las que visitamos en aquel viaje a Cantabria no podemos negar que fue una de las que menos indiferentes nos dejó.

Llegó a nuestro conocimiento a través de la base de datos de Matienzo Caves y siempre hubo algo que nos llamó la atención, los suelos. Las fotos que se adjuntaban a la ficha de la cavidad en aquella base de datos eran pocas, vagamente descriptivas y antiguas, pero aún así el carácter de la cueva nos cautivó.

Poco a poco se fue acercando la fecha del viaje y la visita a esta cueva pasó de estar en la lista de posibles alternativas a ocupar un lugar en las actividades prioritarias a realizar, sí era un poco una apuesta, pero salió bien.

No solo era una apuesta porque el limitado recorrido de la cueva podría llevarnos a una decepción sino también porque la localización de la ajustada boca de entrada era complicada; en la ladera sur del Monte El Naso, en un punto al que ya no se acercaban las sendas, con mucha pendiente y vegetación habría sido fácil fracasar en intento de encontrarla. Poco faltó para que así fuera, GPS en mano, en la misma boca de la cueva y estuve a punto de no verla.




La Cueva Roja es una de las muchas cavidades repartidas en esa montaña, nosotros solo conocemos esta pero se dice que, aunque todas pequeñas, son imprescindibles.
La Roja, desde luego, lo es.

Si tuviera que ponerle una pega es que no elegimos bien la época del año para visitarla, el final del verano nos priva de encontrar los increíbles suelos de esta cavidad llenos de agua. Sin embargo, no deja de ser un espectáculo.

 

No hay un metro cuadrado de los suelos de esta cavidad que no esté tapizado de elementos que no van a dejar de sorprendernos. No sabiendo en ocasiones ni por dónde pisar.

    Canon EOS 6D MarkII           f/7.1        ISO 200
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s



Desde la primera parte de la cavidad, cuando nos dirigimos hacia la sala final, pasamos por una zona en la que yo no había visto tantas pisolitas juntas en mi vida. Habrá cientos de ellas.

    Canon EOS 6D MarkII           f/14        ISO 400
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s



Y los suelos de la sala final están complemente tallados y trabajados por los gours, que debe ser una maravilla verlos llenos de agua. Sin olvidar las formaciones de techo y paredes, así como la elegante columna que sujeta la sala.

    Canon EOS 6D MarkII           f/7.1        ISO 800
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s



Y desde el otro ángulo tenemos la misma percepción.

    Canon EOS 6D MarkII           f/7.1        ISO 400
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s




Famous Five

Navajeda; Entrambasaguas. Cantabria 


Cueva del Bucarón, de los Cinco Famosos o Famous Five.

Sí que me gustaría saber por qué los británicos que llevan décadas explorando cavidades en el valle de Matienzo decidieron renombrar esta cavidad como "Famous Five", qué historia habrá detrás de ese nombre.

De la magnífica boca de entrada surge el Arroyo Bucarón y de este recibe la cavidad su nombre original, Cueva del Bucarón.

Es una cavidad activa con diversos caracteres en sus galerías, contemos con que nos tenemos que mojar.


 

La boca de entrada.
Un hecho que nos sorprendió mucho, imaginamos que porque venimos de visitar cavidades fundamentalmente en la vertiente mediterránea, es el grado de saturación de humedad en estas cavidades del norte, haciendo que se formen verdaderas nubes de niebla que por un lado reducen mucho la visibilidad, pero por otro crean un efecto muy estético en las fotografías.

    Canon EOS 6D MarkII           f/7.1        ISO 400
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/30s



Las playas.
La galería de entrada de buenas dimensiones nos conduce hasta una zona de techos más bajos y suelos de grava a través de los cuales se abre paso el curso del río. 

    Canon EOS 6D MarkII           f/7.1        ISO 400
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s



El río.
Alcanzamos, no sin mojarnos, una gran sala que se abre al exterior por un hueco en el techo y entramos en el cauce el río caracterizado por galerías de cómodas dimensiones y suelos inundados.

    Canon EOS 6D MarkII           f/7.1        ISO 800
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s



Las badinas.
En estas galerías por las que circula el río nos iremos encontrando con largas badinas, en ocasiones profundas, donde tendremos que buscar los pasos óptimos para no mojarnos enteros.

    Canon EOS 6D MarkII           f/7.1        ISO 400
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s



Y poco a poco, tras algún pequeño resalte, nos vamos acercando al final de la cavidad que muere en un sifón donde hay un hilo guía instalado.

    Canon EOS 6D MarkII           f/7.1        ISO 200
    Canon EF 17-40 f4L            17mm        1/160s