Quesa; Valencia
Incómoda, polvorienta y sobre todo calurosa.
La localización de esta cueva llegó a mi conocimiento gracias a Ángel Vera.
Habría que reconocer que ya me lo advirtió, no iba a ser lo que yo creía.
Lo cierto es que la cavidad es un fenómeno subterráneo a tener en cuenta, por su morfología, entidad y las pistas que nos da acerca de su génesis.
Algún día, en una época muy remota, tuvo que ser una surgencia; y por esas que hoy son polvorientas y resecas galerías debió correr un curso de agua hacia el exterior. Los dibujos de las secciones en forma de hongo o cerradura hacen evidente el origen de la erosión.
El paraje, el acceso y la aproximación son espectaculares.
El conjunto en general le da mucho valor a esta actividad aunque la cueva no sea la más bonita que hayamos visto.
Desde la carretera que une Millares y Bicorp cogemos una pista que durante 12 kilómetros nos va a ir mostrando unos paisajes increíbles.
En un punto, a la orilla de la pista, hay un camión de bomberos volcado, o lo que queda de él, en un estado de oxidación total forzada por el fuego, junto a los restos de la máquina hay un altar y varias lápidas diseminadas en el entorno, es un homenaje a la memoria de 7 hombres que murieron en un devastador incendio que asoló este paraje en 1994.
Es una estampa que conmueve.
Días de Pascua.
Tras una boca de acceso nada evidente la galería se muestra inicialmente de techo bajo y nos obliga a gatear durante unas decenas de metros.
Pronto llegaremos a las secciones características de la cueva.
Una galería meandriforme en la que se intuye la erosión por circulación libre de agua en una época pasada.
Sorprende la estratificación de la roca en las áreas afectadas por la erosión.
Encontraremos puntos en los que o bien las partes superiores o inferiores nos darán tregua y nos permitirán ponernos en pie o nos darán margen de maniobra.
La cavidad mantiene constante este mismo carácter a lo largo de todo su recorrido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario